Ya en el año 2011 y no sabemos lo que queremos, mucho menos nos hemos puesto de acuerdo en cuestiones mínimas.
Hasta hace nada se creó un “torbellino” social a raíz de la propuesta de reemplazar las clases de religión por educación para la ciudadanía. Como si se tratara de un verdadero insulto muchos padres se sintieron ofendidos por la supuesta imposición estatal en cuestiones que creen privativas de la familia (la educación moral de los hijos).
Primero: Vivimos bajo una Constitución que incluye un sistema de valores éticos, los Derechos Humanos. Considerados como criterio básico para los contenidos de la asignatura en cuestión.
Segundo: Una de las funciones de la familia es la educación moral de los hijos. Sin embargo, es una de sus mayores faltas. Lo dejamos en manos de la escuela, nos desentendemos y lo vivimos como “en pie de guerra”.
Segundo: Una de las funciones de la familia es la educación moral de los hijos. Sin embargo, es una de sus mayores faltas. Lo dejamos en manos de la escuela, nos desentendemos y lo vivimos como “en pie de guerra”.
De cuántas contradicciones estamos hechos no es el problema. Aquí se trata de reconocerlo y de abrir nuestras mentes.
Si reaccionáramos tan vivamente en todas las cuestiones que atañen a nuestros hijos, no veríamos las actuales situaciones de violencia, ni abandono escolar, ni esa actitud de apatía, desgano y chulería (“alias nini”) que les caracteriza “nada más comenzar a caminar en esta vida”, o como decía mi abuela: “pero, si ni se la ve en el piso”.
Como todo es una concatenación de hechos, también hablamos del día del maestro.
Aunque tampoco sabemos lo queremos de ellos.
Si reaccionáramos tan vivamente en todas las cuestiones que atañen a nuestros hijos, no veríamos las actuales situaciones de violencia, ni abandono escolar, ni esa actitud de apatía, desgano y chulería (“alias nini”) que les caracteriza “nada más comenzar a caminar en esta vida”, o como decía mi abuela: “pero, si ni se la ve en el piso”.
Como todo es una concatenación de hechos, también hablamos del día del maestro.
Aunque tampoco sabemos lo queremos de ellos.
Pero, ¿qué funciones sociales le hemos otorgado a la educación como institución?
- Función de adaptación del individuo a las exigencias del grupo social
- Función de asegurar una continuidad social (herencia cultural: usos y costumbres, ideas y creencias, temores y deseos…)
- Función de introducir el cambio social (promueve las innovaciones, la capacidad crítica, estimula la creatividad)
- Capacitación profesional de los individuos y Función económica (promueve el progreso material de la sociedad)
- Función política (educar en el acto de ser ciudadano: preocuparse por aquello que es público y la participación democrática)
- Función de control social (promueve ideas y creencias que interesan a los dirigentes)
- Función de selección social (encauza la población hacia los distintos puestos)
- Promover el progreso humano de la sociedad
Recordemos algo importante: la docencia es de las profesiones con más bajas laborales, principalmente en primaria y secundaria.
También se la considera una profesión de riesgo. Y entonces, ¿qué hacemos? ¿Formamos al docente como al “Walker Texas Ranger”?
¿Queremos que la escuela sea un ámbito educativo- formativo?, o ¿dejamos que siga siendo una “pipeta química” y esperamos a ver cómo reaccionan todos los elementos que hay dentro?
Cuando la mezcla libera olor nauseabundo o explota, reaccionamos contra el profesor; lamentamos los efectos trágicos; o nos quejamos de que no se ha hecho nada antes.
¿Queremos que la escuela sea un ámbito educativo- formativo?, o ¿dejamos que siga siendo una “pipeta química” y esperamos a ver cómo reaccionan todos los elementos que hay dentro?
Cuando la mezcla libera olor nauseabundo o explota, reaccionamos contra el profesor; lamentamos los efectos trágicos; o nos quejamos de que no se ha hecho nada antes.
No Señores/ ras. Esto precisa de implicación en el día a día. Que todos somos parte. QUE TODOS SOMOS PARTE.
¿Cómo hay que decirlo? Somos parte de esta sociedad. Hemos decidido crear una familia (más allá de formas y colores), pero no nos implicamos en las cuestiones de nuestros hijos.
Sólo culpamos por lo que vemos que creemos que hacen sin saber porqué se hace, pero que nos parece que está mal… Cobardemente nos enredamos en “trabalenguas” y nos escondemos detrás de la ocupación diaria (laboral, en casa, de trámites…)
¿Cómo hay que decirlo? Somos parte de esta sociedad. Hemos decidido crear una familia (más allá de formas y colores), pero no nos implicamos en las cuestiones de nuestros hijos.
Sólo culpamos por lo que vemos que creemos que hacen sin saber porqué se hace, pero que nos parece que está mal… Cobardemente nos enredamos en “trabalenguas” y nos escondemos detrás de la ocupación diaria (laboral, en casa, de trámites…)
Le debemos algo fundamental a esta profesión. La docencia precisa de un cambio de actitud de TODOS:
- Otorgarle la importancia social que tiene: EDUCAN/ FORMAN a nuestros hijos. Ciudadanos del mañana, que tendrán que vivir bajo las condiciones de un mercado laboral muy competitivo y afrontando situaciones sociales y económicas complicadas y nuevas como las que cada etapa histórica presenta.
- Brindarles nuestro apoyo y confianza.
- Si hay algo que cambiar, tratarlo como un problema “institucional” y procurar que se modifique. Pero, no “linchar” al maestro (que ya no estamos en el Medioevo…).
- La educación y la formación de quienes educan, no tiene que ver con el gobierno de turno. Ahí es donde deberíamos reaccionar, cuando manosean la educación de nuestros hijos, también menosprecian sus futuros.
- Re-direccionar nuestra “energía” hacia las relaciones que establecemos con nuestros hijos, para fortalecerlas y evitar que “anden a la deriva”.
Dejemos de quejarnos: “que si se quema un contenedor de basura; que los niños de ahora son violentos y hacen lo que quieren; ya no existe el respeto de antes; que el botellón y las drogas, que el fracaso familiar, accidentes de tráfico…”
Esto también lo hemos creamos entre todos.
Señor, Señora. Vamos a preocuparnos por nuestros hijos.
Señor, Señora. Vamos a preocuparnos por nuestros hijos.
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